
“Sólo hay dos empresas en Italia capaces de pasar de un trozo de aluminio a un motor completo. Una es Ferrari, la otra somos nosotros”.
Con esta afirmación comienza nuestro viaje al interior de la fábrica de Selva Marine en Tirano. Y son palabras fuertes de Carlo Selva, la cuarta generación de la familia, activa en la empresa.
Una demostración de que las empresas eficientes del Made in Italy pueden surgir y competir en igualdad de condiciones en el mercado globalizado.
Volviendo a las palabras de Carlo Selva y a su comparación, podemos decirles que no podemos certificar a Ferrari, ya que nunca la hemos visitado, pero con Selva sí, y con mucho gusto.
De hecho, fue aquí, como si estuviéramos en un episodio de “Cómo se hace”, donde vimos con nuestros propios ojos cómo un trozo de metal se transformaba en un motor fueraborda.
¿Cómo nace un motor fueraborda?

Algunas piezas tienen formas complejas y requieren un mecanizado de precisión. Por eso se mecanizan directamente en el taller mecánico, donde los tornos, de distintos tamaños, trabajan a pleno rendimiento. Algunos tornos son de alta tecnología, son los de nueva generación que también pueden trabajar en el eje transversal, y requieren una cuidadosa programación digital.
En este punto, los componentes pasan al taller de montaje.
Situado en la nave central de la fábrica, aquí es donde primero se prueban las piezas y luego se ensamblan según sea necesario.
Una pequeña curiosidad es que el departamento está rodeado de plantillas y utillajes para el montaje, hay cientos de ellos y de las formas y tamaños más variados. Acumuladas a lo largo de décadas de actividad, las plantillas se utilizan para facilitar el mecanizado de los productos y son todo un alarde para la empresa, ya que también son de fabricación propia.
A continuación pasamos a la sala de pruebas, donde se comprueba la potencia y las emisiones contaminantes de los motores fueraborda. Un paso muy importante hacia la certificación. La sala alberga una serie de tanques en los que se alojan los motores como si estuvieran en el agua, y también se utiliza como laboratorio para probar el desarrollo de productos innovadores. Lo que se desarrolla dentro suele ser secreto, no podemos revelar lo que hemos visto, pero sí podemos decir que las nuevas ideas parecen haber encontrado aquí su hábitat natural.

Carlo bromea diciendo que ha perdido la cuenta de cuántas son, cada marca y cada país exige unas diferentes. Un proceso tan importante como costoso pero que, evidentemente, es también la mejor garantía del alto nivel de calidad que expresa esta empresa italiana.
La historia de Selva Marine

En la posguerra, la empresa fabricaba piezas mecánicas en sesto San Giovanni por cuenta de algunos fabricantes históricos de automóviles italianos. Al mismo tiempo, el famoso corredor de lanchas Ezio Selva competía con un motor fueraborda fabricado en la fábrica familiar.
El propietario de la empresa, Lorenzo Selva padre, que en 1959 se enfrentaba a algunas dificultades surgidas con los clientes tradicionales del sector automovilístico, olfateó el negocio y decidió darle un giro radical. Trasladó la producción a Tirano, convirtiendo los motores fueraborda en la actividad principal de la empresa, a la que, con los años, añadió la venta de cruceros con cabina y embarcaciones neumáticas.
Ahora Selva Marine, después de más de medio siglo de historia y todavía dirigida por la familia Selva, es una empresa italiana con alcance internacional, capaz de construir un motor fueraborda desde cero con un ciclo de producción interno completo.
Selva Marine
Viale dell’industria 13 – 23037 Tirano (SONDRIO)
