Besenzoni participó por segundo año en el FuoriSalone, presentando la instalación artística «Reflejos sobre el mar» realizada en colaboración con el estudio Christian Grande, socio de la empresa desde hace años. La obra exploraba el vínculo entre el hombre y el mar a través de juegos de luz, superficies espejadas y un diseño innovador que combina estética y funcionalidad. Aprovechamos nuestra visita a la instalación para entrevistar a Giorgio Besenzoni, CEO de la empresa especializada en accesorios para veleros y lanchas como pasarelas, grúas para el remolque de tender y water toys, sillones piloto y mucho más.
Empezamos con el título de la instalación, «Reflejos en el mar». Es un concepto que dice mucho sobre la forma en que interpretas el diseño de los accesorios náuticos. ¿Cuál es el espíritu que ha guiado su participación en FuoriSalone 2025?
«Hemos razonado desde el principio con Christian Grande. Queríamos trabajar en un concepto que representara nuestra filosofía de compromiso, el mar, el horizonte y la calidad de las materias primas. En el fondo Besenzoni es una empresa metalmecánica, trabajamos el acero que es un material inoxidable y brillante. Pero los nuestros también son productos de diseño. Le pedí a Christian que trasladara todo esto a una instalación, que tuviera como hilo conductor el mar y el horizonte. De ahí ha salido una escultura que parte del suelo y se dirige al cielo, realizada con unas hojas de espejo que encierran el sentido de la proyección hacia el futuro».
¿Qué importancia tiene la tecnología y el diseño para Besenzoni?
«Son muy importantes. Para crecer en este mercado, que se enfrenta a una clientela cada vez más exigente, siempre hay que dar algo más, invertir en tecnologías cada vez más avanzadas. Lo vemos en todo lo que usamos en nuestra vida cotidiana, como el coche o el smartphone: los modelos de hace cinco años eran completamente diferentes a los de hoy. Por lo tanto, también tenemos que estar al día con los tiempos, tanto a nivel de tecnología como de diseño. Nuestros productos permanecen en un barco hasta 30 años, por lo que debemos hacerlos estéticamente bellos, poco impactantes y apreciables también en el futuro».
Habéis fundado un taller para la realización sartorial. Probablemente sea la máxima expresión del diseño. ¿Cómo va esta división?
«Va bien, creo que hemos tenido una idea agradable y está trayendo buenos resultados. Hemos involucrado a muchos trabajadores, entre ellos algunos expertos en la construcción de barcos de madera. Profesionales competentes y apasionados, perfectos también para realizar nuestros sillones de piloto personalizados. Para hacerlas utilizamos pieles más sofisticadas, delicadas y preciadas que la línea estándar. También adquirimos una tapicería especializada en la restauración de barcos de época, que trajo una destreza fundamental al taller; un sentido de la belleza y el gusto, un refinamiento del detalle que solo podríamos encontrar en una realidad como esta. Pero llevándola a mirar el futuro en lugar del pasado».
La innovación y la sostenibilidad pueden coexistir?
«Deben coexistir, es una elección obligada. En los últimos años hemos adaptado nuestra producción en este sentido, empezando por las pasarelas eléctricas. Todos nuestros materiales son sostenibles y reciclables. Además, hemos iniciado una política de empresa para utilizar la mayor cantidad posible de materias primas de procedencia certificada y con una calidad tal que duren el mayor tiempo posible, sin ningún tipo de obsolescencia programada. También los tratamientos del acero se realizan con sustancias biodegradables, siempre que sea posible.
En cuanto a la innovación, siempre ha estado en nuestro ADN, incluso cuando mi padre dirigía la empresa. Hoy colaboramos con la academia Laba, promoviendo la formación de jóvenes diseñadores con una beca dedicada a mi padre, y con el Politécnico de Milán. En este sentido, la colaboración con Christian Grande es emblemática: ha realizado unos sillones muy bonitos y estamos pensando en otros proyectos juntos».